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sábado, 2 de enero de 2010

AVATAR desde Al Gore y otras raíces

La verdad es que esta película es una bocanada de aire fresco. La industria del cine se ha metido de lleno con el tema ambiental. Todos sabemos que no es la mejor vía para formarse ir de cine en cine. Pero para los profes es imprescindible ir encontrando combinaciones de películas taquilleras con libros sencillos y otros recursos. Necesitamos actualizarnos en las novedades mediáticas tanto como en contenidos.

La verdad incómoda de Al Gore (2006) ha merecido una crítica incluso en forma de dossier elaborado por la Asamblea ecologista anti-nuclear de Catalunya y la Fundación Terra. Pero el aluvión de producciones similares que ha caído desde entonces no permite ir reflexionando tranquilamente a profes y alumnos. A medida que sale la última súper-producción, muchos profes se ven obligados a pasarlo rápidamente, pero cuesta mucho más darse el tiempo de verlo críticamente. En ese sentido, prefiero una película mala que una buena, si estimula la mirada crítica.

Pero Avatar era necesaria. Ha habido una evolución desde Al Gore hasta Avatar que querríamos comentar rápidamente aquí en lo que se refiere a sus contenidos socio-ambientales. Al Gore adoptó el punto de vista científico-occidental. Debería decir científico-occidental-capitalista. La ciencia es una vía neutral y en beneficio exclusivo del bien común para descubrir la verdad más verdadera y ponerla al servicio de la humanidad. Que coincida con el interés de grandes empresas capitalistas y gobiernos claramente imperialistas es simplemente porque también la democracia occidental y el mercado son las formas más evolucionadas de vida en la Tierra, e igualmente volcadas al beneficio común.

El análisis de Al Gore, aparte de ser una línea muy científica en el sentido que comentábamos, es lo más potente del reportaje. Reproduce fielmente el trabajo, realizado por el famoso panel intergubernamental de científicos contra el cambio climático y también lo parasita y se lo otorga, así como los premios correspondientes. Está claro y expreso el interés político. Es una campaña personal en toda regla y se disimula muy poco. Aquí es más fácil de ver que en EUA. En ese ambiente, reproduce una laguna muy importante de la mirada científica dominante: no hace ningún análisis social. La humanidad es toda una en necesidades, oportunidades y deseos. No existen relaciones de poder en este mundo que se enfrenta al cambio climático como a un alienígena. Y la razón antrópica del cambio climático se puede considerar que es el atraso que todavía tenemos encima.

Nos parece que lo más interesante es el apartado de soluciones. El dossier que comentoamos y que encontraréis en catalán en la web de terra.org explica que es una de sus partes débiles. Creemos que es mejor verlo a través de la metáfora de los tres lenguajes que explica Martínez-Alier en "El ecologismo de los pobres. Conflictos ambientales y lenguajes de valoración" (Icaria, 2005). Se trata de soluciones exclusivamente tecnológicas en un lenguaje ecologista europeo-occidental, en el que no se puede poner en duda al mercado o al sistema tecnológico, que será quien nos traerá las soluciones, las únicas posibles.

Después llegó la Hora 11 (2007), que -para nosotros- avanza un paso interesante: "La hora 11. Transforma la hora más oscura de la humanidad." (título original: The 11th Hour), 2007, dir. Nadia Conners / Leila Conners Petersen, intérpretes: Leila Conners Petersen, Nadia Conners, Leonardo DiCaprio. Dur: 95 minutos, documental.

El discurso es prácticamente el mismo. Sale igualmente de Hollywood y utiliza igualmente figuras mediáticas, en este caso DiCaprio. Sin embargo, el análisis sí incluye a la pobreza en este caso. Es interesante ver cómo hay imágenes que incluyen a toda una referencia como es Vandana Shiva. Sin embargo, Shiva no es entrevistada, y probablemente hubiera sido una nota discordante en el discurso del reportaje. El apartado de soluciones es más elaborado que en el reportaje anterior, pero la tecnología sigue siendo el principal aliado de la humanidad. Se presenta al petróleo como principal problema, más que al retraso en la tecnología.

Seguidamente llega el reportaje Home, de Yann Arthus-Bertrand, 2009. Sus innovaciones son sobretodo en cuanto al formato y a la presentación de la película. En cuanto al análisis de la situación, hay que decir especialmente que añade la riqueza como problema. La imágenes, siempre aéreas, de Dubai, Nueva York y otras y de ciudades-jardín nos hablan de la huella humana en un sentido más amplio que los anteriores reportajes, pero sobretodo muestra quién tiene más porcentaje de responsabilidad, lo que se echaba a faltar anteriormente. El análisis no es, pues, solamente científico, o no adopta sólo el lenguaje tecnológico dominante, e incluso, aun siendo social también, como el de DiCaprio, es también político. Se entiende que hay que superar la pobreza y la riqueza, aunque no se apuntan soluciones para ello, exceptuando la protección de espacios naturales, que también es novedad respecto a las anteriores.

Dicen que si una sociedad no escribe novelas sobre un tema, sino que sólo hace reportajes, no está asumiendo el tema como propio. El cambio climático ya ha aparecido en la gran pantalla en forma de aventuras de Hollywood. Las primeras películas han sido de grandes desastres, de llegada en segundos del cambio climático, y de acciones heroicas para evitarlo. Que fuera un meteorito, una bomba terrorista talibán o el cambio climático era sólo cuestión de oportunidad mediática. Avatar sí es una novela que trata el tema.

En Avatar se describen los intereses y actores del problema socio-ambiental de manera bastante clara: un ejército mercenario a servicio de una empresa, pero en nombre del poder político dominante, compuesto por elementos que se encuentran realmente en los ejércitos que ahora combaten el enemigo terrorista islámico, y no las versiones hollywoodienses habituales de héroes patriotas. Bush ha hecho milagros. La selva marciana, el pueblo alienígena y sus conexiones son claramente referencias al mundo indígena terrestre. El dolor de un pueblo indígena en contacto con la cilvilización occidental es en esta película una narración fiel de nuestra historia. Concretamente el director canadiense parece estar removiendo de nuevo la historia de la colonización norteamericana, inicio del proceso que ha llevado hasta hoy. La guerra es claramente la de Vietnam, la de Irak o Afganistán.

Se puede decir que la película no va del cambio climático. Pero sí va de eso, en nuestra opinión. Trabaja una de las causas políticas más claras, y menos mencionadas por los reportajes, que es la dominación, el imperio, la colonización y la explotación de los recursos naturales para el mantenimiento de una mega-industria. En ese sentido, podríamos encontrar muchas más películas que trabajan ese tema, sin haberlo conectado demasiado con el tema ambiental, como por ejemplo Bailando con Lobos.

Una referencia útil para trabajar en clase sería "La ciudad de las Bestias" de Isabel Allende, el primer título de una trilogía escrita para jóvenes. Luego volveremos porque nos será útil. En Avatar, como en tantísimas otras obras anteriores, se realiza un itinerario iniciático por una persona occidental, el héroe de la película, en las costumbres indígenas. El maravilloso mundo creado por la película no es más que una recreación de la selva tropical amazónica, y la conexión entre los seres vivos, al estilo de Gaia, es para nosotros el "lenguaje del culto a la vida silvestre" de Alier, en este caso su versión indígena, que entiende a través de la magia lo que otros hacemos -si lo hacemos- a través de la ciencia. Es una manera de conseguir que el espectador occidental entre en el argumento de la película.

La discusión sobre si el imperialismo y la dominación es una razón demasiado simplista o no para explicar el cambio climático es un debate interesante. Lo cierto es que es una razón normalmente oculta y es lógico que se quiera poner de relevancia. Y el cambio de perspectiva que implica una cultura diferente es un reto al que nos debemos enfrentar en nuestra sociedad.

Así que Avatar aporta una visión clara de las intenciones de quienes nos suelen proponer un cambio de tecnología (un Plan Renove privado pagado con fondos públicos) para solucionar el cambio climático, y un sentimiento de dolor fiel a la historia indígena. Pero además, aunque muy tímidamente, aporta el tercer lenguaje de valoración de Martínez-Alier, el de la justicia ambiental, ya que es propio de Latinoamérica, y se asocia claramente con las explotaciones mineras, muchas de ellas canadienses, y las luchas de las poblaciones autóctonas. No se desarrolla una alternativa en cuanto a economía capaz de revertir los problemas socio-ambientales, porque la alternativa en ese caso es exclusivamente el seguir viviendo a la manera tradicional indígena y echar a los invasores.

Lo que pasa es que el esquema de Hollywood no se puede evitar, teniendo en cuenta que estamos en el mundo de la Fox. El contraste entre "La ciudad de las bestias" y Avatar puede ser interesante en clase, ya que las soluciones a la trama son tan diferentes como el medio, el libro o el cine: en el libro, la solución es más negociada, no necesita del espectáculo, apela a movimientos lejanos que no están presenten en el escenario de aventura pero que se deberán dar si las propuestas de solución se ponen en marcha. Presentan una realidad más interconectada, más compleja. En la película la batallita final podría ser una versión más de Top Gun. La novedad es que claramente el ejército norteamericano es el claro perdedor, y el héroe, que es Marine, se "convierte" completamente para plantear una revolución o una guerra de guerrillas que sólo faltaba que hiciera referencia al viet-cong, a Guevara o a los talibán.

Creemos que es interesante estudiar con tranquilidad ese marco cultural inevitable hollywoodiense, con su clara distinción entre el bien y el mal, la violencia siempre protagonista y única herramienta realmente eficaz para la resolución de los conflictos, sus referencias eternas al séptimo de caballería y la búsqueda del héroe guerrero.

Como hemos dicho, Bush ha hecho milagros, aunque tampoco ha podido con todo.

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