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domingo, 31 de enero de 2010

The Age of Stupid, 2008 (Dir. Franny Armstrong)

Esta película se plantea desde un futuro (2055) en que el cambio climático ha destrozado el planeta. Un museo de todo lo humano preserva la memoria y un "historiador" se pregunta por qué no nos detuvimos cuando tuvimos tiempo.

Como el planteamiento es desde la catástrofe, se le puede acusar de catastrofismo, aunque en esto cada cual tiene su visión. Creemos que es acertado este planteamiento, se justifica mucho por el análisis que desarrolla.

La película contiene diversos documentales que se van cruzando hábilmente siguiendo la vida de unas pocas personas que giran alrededor del mundo del petróleo (se centra especialmente en la Shell) o de las energías en general. Se da una idea de lo relacionado que está todo. En eso se podría parecer un poco a Syriana (2005, Stephen Gaghan), con sus contínuos cambios de escenario que pretenden ofrecer una visión multiperspectiva sobre algunos asuntos.

Se analizan las consecuencias del petróleo en el delta del Níger desde una indígena Ogoni sobre la salud, el sistema político, el medio y los recursos de la economía local. Se sigue a una familia concienciada (y con terrenito) que se plantea cómo frenar el consumismo tanto en el ámbito familiar como profesional, como instalador de aerogeneradores. Los proyectos de molinos eólicos encuentran la resistencia de la población local, que lucha contra ellos por razones estéticas (la gente del pueblo se opone a que se construyan cerca, aunque expresan estar de acuerdo con el concepto de la energía eólica). Se asiste a los preparativos e inauguración de la tercera compañía aérea de bajo coste india de la mano de un rico empresario. Y finalmente se acompaña a un profesional del petróleo (Shell) desolado por el destrozo de su vida por el huracán Katrina.

Con este puñado de personajes bien escogidos, lo más impresionante puede ser sus pensamientos sobre la situación del cambio climático. Las múltiples interpretaciones que se hacen de la situación a partir de las perspectivas propias y los intereses en los que uno vive. Sería un buen punto de partida para analizar la cultura, individual y colectiva, que desarrollamos de manera casi inconsciente.

La película tiene un tono de urgencia que lanza fácilmente a debatir sobre las soluciones, y favorece que se tengan en cuenta aspectos políticos entre otros, y eso nos parece interesante. Y aunque en el análisis se observan diversas dimensiones, lo cierto es que -es lo más difícil en estos documentales- no se desarrollan profundamente las cuestiones relacionadas con las "soluciones políticas", o lo que permitiría realmente dejar atrás un proceso catastrófico como el actual. Seguramente porque nos lleva a las raíces culturales, políticas y económicas y ello es un terreno muy complicado. Pero nos seguimos preguntando si no se podría, en estos documentales, trabajar un poco sobre deudas externas, sistemas bancarios, sistemas empresariales, o bien sobre organizaciones sociales (y no sólo tecnologías) que tienen un efecto democratizador, redistributivo, ecológico, etc. Documentales como The Corporation o incluso los de Michael Moore -con sus estilos- sí lo hacen, pero estos suelen "planear" sobre el mundo de las alternativas sin profundizar.

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